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La ocupación de la Universidad de Sofía

  Justo tras nuestra partida de Sofía, a finales de octubre, los estudiantes tomaron la iniciativa de ocupar la universidad. Tras pasar por varios destinos, volvimos de nuevo a la capital Búlgara para conocer de cerca lo que estaba ocurriendo.

 

La ocupación se dio durante la charla de un juez constitucional que está implicado en el polémico caso Peevski, cuya magnitud fue el detonante de las protestas que se iniciaron hace ya más de 6 meses. Los estudiantes irrumpieron en el evento y tomaron el hall principal de la facultad. De ahí la ocupación se extendió al resto del edificio, que permaneció bajo su control durante 3 semanas, en las que modificaron la distribución de los accesos.  

Transcurrido este tiempo, hubo discusiones sobre la imposibilidad de seguir bloqueando las clases, ya que se requiere legalmente un número mínimo de semanas lectivas para que los cursos sean reconocidos. Esto derivó en un cambio de estrategia y la ocupación se redujo al estado actual, en que mantienen controlada la planta alta del edificio, donde se aloja el hall principal. Esto no gustó a muchos de los movilizados, que entonces se contaban por cientos y, tras el cambio, dejaron de participar. Ahora la participación ronda cerca de las 100 personas.

Al comienzo del revuelo, la población pareció volcarse en ellos y les trajo ingentes cantidades de comida y recursos. Más tarde, en un comunicado de la ocupación, se declaró que no apoyarían a ningún partido político, y el flujo de comida cesó rápido, lo que lleva a sospechas.

Y es que en Bulgaria la trayectoria de las manifestaciones públicas ha sido estigmatizada por el populismo de bajo nivel de los partidos. Es muy común que las protestas (ya sean acampadas, escraches o manifestaciones) sean organizadas por partidos políticos para darse a conocer o aparentar apoyo popular. Para esto pagan directamente a los “activistas” que participan, de otra manera su apoyo sería nulo al ser vox populi la corrupción de todos los líderes. No es el caso de los universitarios, ellos están allí por decisión propia, pero estas prácticas han minado por completo la voluntad de movilización de la gente.

No obstante, los estudiantes cosecharon un apoyo popular del 60% según algunas encuestas, y eso a pesar de que los medios estén completamente en su contra. Si bien no cuentan con el respaldo del consejo académico de la universidad, sí que lo hay por parte de no pocos profesores, que colaboraron en la recolección de más de 600 firmas en favor de la acción.

La violencia policial en Sofía hacia los manifestantes se ha mantenido al mínimo, ya que cualquier descuido podría desencadenar una avalancha de gente contra el gobierno. Tanto es así, que los estudiantes se sienten seguros, ya que el rector ha declarado que jamás sería capaz de dejar entrar a la policía al recinto de la facultad, lo cual sería un hecho sin precedentes en la historia del país.

Las demandas que redactaron no tenían relación con la educación, sino con la protesta diaria. Nos comentaron que hacer cualquier demanda a este gobierno carecía de sentido por lo corrupto que era, que no querían dispersar objetivos con los demás grupos que mantienen esa protesta y que ,por eso, se centran en la dimisión del gobierno como primer paso. Sin embargo, empiezan a ver carente de sentido la ocupación a causa del descenso del apoyo directo en la calle a esa protesta, que cumplía seis meses en el momento que estábamos allí. Incluso ese día, en que se llamó a celebrar el aniversario y en el que se prepararon con mucha dedicación algunas acciones especiales, no lograron obtener la masa crítica en la calle que tenían al principio, aunque sí mucha más que normalmente, como parece natural.

Por eso, el siguiente paso para los estudiantes puede ser encontrar más motivos de protesta. Entre los problemas habituales se centran en uno: el año anterior la población se indignó al ser afectada por los crecientes precios del suministro eléctrico, haciendo imposible el pago de las facturas infladas debido a la necesidad de calefacción. Si ni aún así la gente sale a la calle, dicen, lo tendrán difícil para mantener los ánimos.

Ahora mismo los ocupantes siguen pasando la noche en la zona bajo su control y allí aprovechan el espacio para organizar actividades de todo tipo. En la ocupación hay varias reglas: no beber, no fumar y cuidar el edificio entre otras.

 

El día que fuimos a visitarles proyectaban una pelicula sobre Traycho Kostov, recomendada por un profesor. Éste era un miembro del partido comunista que acabó siendo la principal víctima de este.


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